Les conocimos siendo solo unos niños, cuando sus padres nos contaban su historia.
Les acompañamos durante unos años, viéndoles crecer. Fuimos testigos de sus alegrías y sus penas. Nos hicieron reír con sus ocurrencias y travesuras, y se nos encogió el corazón con su particular manera de afrontar los problemas.
Ahora, ha llegado el momento de verles enamorarse.